El helado es el postre estrella en los meses veraniegos. Se trata de un alimento delicioso que nos ayuda a refrescarnos y a llevar mejor el calor, pero más allá de todo eso, también tiene otras propiedades beneficiosas para nuestro cuerpo. Y es que se trata de una comida muy completa que gusta por igual a grandes y pequeños.
En primer lugar, son una forma perfecta de hidratarnos en los meses de verano. Los polos, sorbetes y granizados están hechos en su mayoría con agua (entre el 80% y 90% de sus ingredientes), por lo que son una buena opción para hidratarse en los días de calor, especialmente para los niños.
Los helados de leche y yogur suponen una importante fuente de vitamina B, calcio y proteínas, elementos muy importantes para el día a día de nuestro organismo. De hecho, los helados pueden cubrir hasta el 15% de la cantidad mínima de calcio recomendada, por lo que tomarlos con moderación favorece a que nuestros huesos estén fuertes.
Además, los helados hechos con frutas, también contienen las vitaminas y propiedades nutricionales de éstas, por lo que pueden ser una forma divertida de complementar la dieta para aquellos a los que no les guste mucho la fruta natural.
Por si todo esto no fuera poco, comer helado también favorece la digestión, ayuda a controlar la tensión arterial e incluso ayudan a cicatrizar y reducir inflamaciones en las amígdalas. Pero los helados también afectan a nuestro estado de ánimo. ¿Sabías que nos hacen más felices y reducen nuestro nivel de estrés y ansiedad? Y es que algunos de sus componentes, como el chocolate, la caseína o los azúcares contribuyen a producir endorfinas, las conocidas como «hormonas del placer».
Y después de todo esto… ¿quién se puede resistir a tomar un helado?